sábado, 26 de noviembre de 2011

El Señor del Veneno

Cuenta la leyenda que un comerciante muy rico pero  piadoso, religioso y caritativo, asistía diariamente a misa a la iglesia de Porta Coeli, ahí había una imagen de Cristo crucificado, fabricada en el más blanco de los marfiles, a la que el caballero le tenía mucha devoción. La riqueza de este hombre y el hecho de que todos lo quisieran por su bondad y desprendimiento, provocó la envidia de uno de sus vecinos. La envidia se fue convirtiendo en un odio incontrolable hasta que el vecino le envió al buen comerciante un pastel bañado en licor envenenado.



Antes de ir a misa, el comerciante desayunó una rebanada del pastel que su vecino le había regalado, para cuando llegó a la iglesia ya se sentía muy mal, pero como todas las mañanas se acercó a besar los pies del Cristo crucificado. En cuanto puso sus labios sobre la imagen, el Cristo empezó a ponerse negro, pues estaba absorbiendo todo el veneno que el buen hombre llevaba en el cuerpo. Milagrosamente, el Cristo había salvado la vida al devoto comerciante. Esto hizo que toda la gente creyera en las capacidades milagrosas del “Cristo Negro”.

Años más tarde, la iglesia se incendió y el Cristo quedó destruido. Según la leyenda, los fieles mandaron hacer una réplica en madera de ébano, que es negra, para remplazar a la imagen milagrosa y la colocaron en catedral.

Nosotras creemos que el Cristo fue fabricado con ébano desde el principio y la leyenda fue creada por la gente para explicar por qué el Cristo era negro pues en la época colonial los únicos negros eran los esclavos y según la Biblia, Cristo no era negro. La leyenda convirtió al Cristo en una imagen especial con capacidades milagrosas.

El Señor del Veneno está colocado a un lado del altar del Perdón, que es el que está a la entrada de catedral, en la nave central.

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